1\
Llamar la atención.
Es el perro ladrador social. Quiere compañía, despertar la atención…
ladra porque se siente solo y se desespera. Son los ladridos habituales
en los cachorros cuando llegan a casa y se sienten solos por la noche.
Una forma de evitarlos cuando llegan a la edad adulta es ignorarles
progresivamente a medida que vayan madurando y puedan pasar todas las
horas de la noche sin nuestra atención.
2\
Entrar en la casa.
Cuando el perro duerme fuera de la casa -en el jardín, campo o una
terraza- puede ladrar pidiendo que le dejen estar dentro de la casa.
Sabe que ante su insistencia, el propietario acaba cediendo para que se
calle. La solución es colocar una puerta para perros y enseñarle cómo se usa.
3\
En señal de peligro.
Los perros guardianes ladran para dar la alarma ante la posibilidad de
un peligro. Solo hay que educarlos para que ladren en casos reales y no
ante todo lo que se mueva.
4\
Amenazando.
Extrapolan en rol de guardianes y ante cualquier pequeño ruido o
movimiento se lanzan desesperados a ladrar, intentando asustar y poner
en fuga a lo que consideran un riesgo. Pero el verdadero problema es que
dejarlos ladrar solo puede provocar que acaben mordiendo a alguien.
Estas situaciones se suelen dar en perros con mucho carácter cuyos dueños no han establecido con ellos una relación social adecuada. A veces estos perros creen que son los únicos responsables de la seguridad de la família y esto les genera un gran estrés por su responsabilidad, lo que causa que ladren ante cualquier pequeña señal.
Estas situaciones se suelen dar en perros con mucho carácter cuyos dueños no han establecido con ellos una relación social adecuada. A veces estos perros creen que son los únicos responsables de la seguridad de la família y esto les genera un gran estrés por su responsabilidad, lo que causa que ladren ante cualquier pequeña señal.
5\
Por aburrimiento.
Cuando un perro está desatendido, es decir, si no se juega con él, no
se le procuran actividades que le distraigan -paseos, atención…-
comienza a notar ese desapego y se aburre. Esta falta de estimulación le
induce a ladrar sin freno, porque no hace nada más. Puede llegar a ser
desesperante y a la vez resulta triste ver a un perro ladrarle a la
nada. En ocasiones, esto puede desembocar en un serio problema de
comportamiento llamado trastorno obsesivo-compulsivo, que puede requerir
la atención de un profesional para corregirlo.
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